viernes, 22 de octubre de 2010

Mi reflexión acerca del Currículo Dientes de Sable

Comentario acerca de la lectura del Currículo Dientes de Sable

Ana Mercedes López

Esta interesante lectura, nos presenta de manera metafórica y a través de una exploración fantástica, a evolución de la educación, mostrando en cierta forma las contradicciones y confusiones en las que ésta ha incurrido, desde sus orígenes en los albores del tiempo, principalmente en cuanto al establecimiento educativo y la falta de voluntad para adaptarse a los nuevos tiempos.

Nuestra poca o mucha experiencia en el amplio caminar educativo, nos ha permitido encontrar puntos de adición o discordancia al respecto a dicha evolución; hemos observado con preocupación que los currículos de los diferentes niveles educativos, se han arriesgado a perder ese legado intelectual que el pasado nos ha dejado, por sumarnos a las modas educativas que intentan ir a la par de los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos; existen y seguirán existiendo elementos fundamentales que lejos de convertirse en obsoletos, permite que los estudiantes sean enseñados y educados, no entrenados.

A mi juicio, la búsqueda fundamental ha de ser un currículo integral, diseñado para desarrollar y potenciar la mente, el carácter y la imaginación del alumnado, basado en valores y fortalecido por la interrelación Docente – Alumno – Ambiente. Es ese brindar las herramientas necesarias para pensar, reflexionar, actuar y adaptarse críticamente a un mundo y una sociedad en constante evolución.

Esta es la moraleja de la historia del Currículo Dientes de Sable; la discusión de la relación entre la educación y el cambio, que es frecuentemente desbordada por los síntomas superficiales de los nuevos desarrollos, obviando el hecho de reconocer que, las necesidades fundamentales de los estudiantes, no deben alterarse cada vez que una nueva tecnología, avance o conocimiento, influya en la vida de las personas.

Vemos pues, que el argumento del Currículo Dientes de Sable sigue allí, oculto en nuestros currículos educativos. Nuestro objetivo, como educadores, es producir seres humanos productivos para la sociedad; esto se traduce en formar individuos con la capacidad de comunicarse eficazmente (lengua y escritura), preparándolos para planificar y mantener a sus futuras familias (matemáticas y ciencias), y hacerlos capaces de funcionar y adaptarse a la sociedad en su conjunto (estudios y ciencias sociales). La meta es equilibrar el conocimiento básico que permite el desarrollo de las habilidades del pensamiento con las competencias requeridas para la nueva educación.

En este siglo XXI, la formación impartida tiene fecha de caducidad cada vez más corta. A pesar de esto, es evidente que no todos los saberes, valores y actitudes, y no todas las destrezas y estrategias son igualmente perecederas. Existen conocimientos que ya fueron necesarios para que nuestros abuelos sobrevivieran en la sociedad que les tocó vivir y que, probablemente, también necesitarán nuestros nietos. Pero puede que ellos se relacionen este conocimiento y la modernidad de manera diferente.

En este sentido, estoy convencida de que estos dos planos son esenciales en cualquier currículo educativo. Como profesora de Inglés, mi objetivo fundamental es potenciar las habilidades y destrezas de mis estudiantes para enfatizar su comprensión y comunicación en esta lengua. Sin embargo, a pesar de mi incansable búsqueda de estrategias para optimizar el conocimiento de mis alumnos, utilizando grandes historias, poemas, novelas, y obras de teatro de la literatura inglesa, brindándole no sólo conocimiento de gramática sino también de cultura general, en muchas oportunidades debo replantear mis objetivos y mis estrategias, y pensar en mis alumnos inmersos en el mundo real. Como resultado, comprendo que el conocimiento de la trama básica de Hamlet y la historia de las obras completas de Shakespeare en Inglés, no les será de tanta utilidad como el desarrollar la capacidad de interpretar el texto, extrapolar sus significados y expresarlo a través de la escritura en su propia lengua materna. Mi enfoque educativo se define así, por las habilidades y destrezas en el idioma, y el contenido dictado debe ser congruente con ellas.

Así nos lo muestra el Currículo Dientes de Sable. La educación no tiene ningún valor si no es relevante para aquello que está más allá de sí misma. No podemos esperar que los estudiantes entiendan esto sino perciben la relevancia de lo que están aprendiendo y cómo lo están aprendiendo.

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