martes, 12 de octubre de 2010

REFLEXIÓN A LA LUZ DEL CURRÍCULUM DIENTES DE SABLE. Glenys Pérez

“Currículum Dientes de Sable”, es un texto expuesto con un lenguaje satírico, que nos invita a reflexionar con respecto al proceso educativo de cualquier institución o nivel, y que perfectamente podemos circunscribir al sistema educativo venezolano. Como bien expresa Harold Benjamín (1939), la esencia de la verdadera enseñanza es la intemporalidad. Es algo que permanece a través de las condiciones cambiantes, como una roca firmemente plantada en medio de un tumultuoso torrente.

En una sociedad cada vez más abierta y compleja como la nuestra, existe una insistencia creciente en que la educación debe estar dirigida a promover capacidades y competencias y no sólo conocimientos cerrados o técnicas programadas. Así, por ejemplo, Fernando Savater (1997: 49-50) al defender la necesidad de desarrollar esas competencias o capacidades abiertas, sitúa la capacidad de aprender en el centro de todo proyecto educativo, pues bien, sin duda la propia habilidad de aprender es una muy distinguida capacidad abierta, la más necesaria y humana quizá de todas ellas. Y cualquier plan de enseñanza bien diseñado ha de considerar prioritario este saber que nunca acaba y que posibilita todos los demás, cerrados o abiertos, sean los inmediatamente útiles a corto plazo o sean los buscadores de una excelencia que nunca se da por satisfecha.

En este sentido, el dominio de las dimensiones cognitiva e informativa queda subordinada ante la posibilidad de privilegiar el desarrollo de competencias personales durante el proceso educativo.

En suma, desde los ámbitos más diversos de la sociedad, se hace indispensable una nueva forma de entender la escuela, que se traduce en la necesidad de diseñar nuevos currículos que sirvan no sólo para aprender sino también para continuar aprendiendo; la educación debe ser liberadora.

Hoy en día el lema debe ser aprender a aprender, aprender para vivir mejor, pensando en lo profesional pero primero en lo personal; no podemos enseñar lo que no sabemos, no podemos hablar de sentir lo que no hemos sentido y aunque se haya convertido ya en un lugar común, es conveniente recordar que hasta hace muy poco aprender a aprender no estaba entre las metas prioritarias de las decisiones educativas y que en la actualidad continúa sin constituir un objetivo esencial de la actividad educativa, tal como realmente se produce en la mayoría de las aulas.

Elaborar un currículo para aprender requiere reformas profundas que afectan no sólo a los contenidos de ese currículo, sino también a decisiones administrativas que afectan a la organización de los centros educativos; cambios en las concepciones, en las actitudes y estrategias de los principales agentes de la actividad educativa, de los profesores y de los alumnos. En este caso, el docente debe ser un facilitador/mediador comprometido con su trabajo, con vocación y valores por lo que hace; de allí que el ejercicio de la docencia implica dedicación y actualización constante.

Sobre el particular, el sistema educativo venezolano ha experimentado diversos cambios, yo diría que abruptos, pues, aún cuando no se ha terminado de implementar un currículo, los docentes y las instituciones están en plenos ajustes, apareció otro con una gran carga ideológica y política, situación esta que no permite un avance significativo tanto en docentes como en los estudiantes.

En todo caso, el currículo comprende toda una estructura que necesita de la participación de todos y cada uno de los agentes que integran un sistema educativo; porque no es defender la idea de un currículo para aprender sino de asumir que los contenidos y las formas de organización escolar son un medio y no un fin, por lo tanto, su valor educativo es relativo y no absoluto. En tal sentido, si la intención es convertir el aprender a aprender en una realidad cotidiana en las aulas, es fundamental justificar con claridad su necesidad social y pedagógica y estudiar la manera en que pueda desarrollarse a través de contenidos culturalmente relevantes y la forma en que esas nuevas demandas van a afectar al trabajo cotidiano de profesores, alumnos y de otros profesionales de la educación, como los orientadores y los asesores pedagógicos, quienes encuentran en este contexto uno de los espacios más prometedores para su desarrollo y aporte profesional.

Hoy, es imprescindible que los estudiantes aprendan a desarrollar competencias para buscar información, seleccionarla e interpretarla para darle sentido. En la sociedad de la información y el conocimiento, la escuela pareciera que ya no puede proporcionar toda la información relevante porque ésta es más móvil y rápida que la misma escuela, sin embargo, lo que sí puede es formar estudiantes con capacidades y estrategias de aprendizaje que les permitan una asimilación crítica de la información, es decir, que desarrollen un conjunto de habilidades, procedimientos y estrategias de aprendizaje que garanticen que el hecho de aprender no se detenga; competencias que los ayuden a adaptarse a situaciones cambiantes y a sobrevivir en cualquier contexto social; siendo más plenos y autónomos en su desarrollo personal.

Para finalizar, Currículo Dientes de Sable, se puede relacionar con una manera muy particular de mostrar el funcionamiento de muchas instituciones educativas y su visión académica y estructural, tan embebidas en sus intereses corporativos ante cualquier situación de cambio en relación a los contenidos del currículo.

Savater, F. (1997). El valor de educar. Barcelona: Ariel.

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