jueves, 9 de diciembre de 2010

Bibliografía recomendada. Por Yadirna Omaña Q.

En la Revista de Cultura-OEI: Pensar Iberoamerica, disponible en http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric03a01.htm, se despliega un valioso artículo (número 3 - febrero - mayo 2003) de Mariluz Restrepo J.(1) denominado “Universidad Mediadora de Cultura".

En el mismo, la docente ofrece una disertación de altísima pertinencia en cuanto al contexto del currículo universitario, su razón de ser y su adecuada aplicabilidad: Toma como punto de referencia para su planteamiento la realidad social actual y la consecuente demanda de cambios en el sector educativo, afirmando que cada ser humano sea gestor de procesos que confluyan en el desarrollo integral de los pueblos. A partir de allí cuestiona la coherencia entre las acciones educativas y las concepciones que se busca desarrollar; la manera en que se deberán traducir y conjugar los procesos curriculares para proyectar una educación que atraviese las distintas instancias sociales; y sobre todo el lugar que ocupa la universidad en la sociedad como entidad instituida o instituyente.

Promueve principalmente la transformación progresiva de la universidad desde las prácticas concretas, el establecimiento de nuevas relaciones de enseñanza, otros comportamientos frente a la autoridad, la participación y la reflexión como impulsores de cambios en la cultura de los seres humanos en sociedad. Esto implica re-hacer a la universidad misma, pues percibe que hasta ahora ha funcionado “enmascarada en su fundamento científico y amparada en su labor de servicio a la sociedad”. Para lograrlo, aparte de reconocer que somos seres históricos, en la historia y haciendo la historia; debe asumir un proceso de “Curricularización con formación”, entendido como la acción por excelencia de la educación formalmente concebida. Asume la formación como inherente a la realización humana y como ascenso a la 'generalidad'; lo cual es una tarea humana.

Su visión de formación se orienta hacia la apertura entre sujetos actores de la educación, hacia puntos de vista distintos y más generales; contrario a cuestiones de procedimiento o de comportamiento sino del ser en cuanto devenido. Dicha formación está centrada en el educando como razón de ser de la educación y la responsabilidad del educador radica en introducir a cada ser humano en un mundo siempre cambiante. El currículo, en este contexto, lo precisa como “una acción intencional, constitutiva de sentido; lo que hace inteligible los procesos educativos”. Es el espacio en donde se concreta la función orientadora de la educación en tanto que muestra 'caminos, trayectos que están por recorrerse'.

(1) es Profesora Asistente de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá). Profesora Titular de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá).

1 comentario:

  1. Por Héctor Florencio

    Hola Yadirna.

    Me parece interesante tu sugerencia, sobre todo el abordaje de la responsabilidad del docente de involucrar al estudiante en un mundo cada vez más cambiante con una corresponsabilidad exclusiva.

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