miércoles, 10 de noviembre de 2010

FUNDAMENTO DE UN CURRÍCULO

(Glenys Pérez, Reflexión N° 6)
La educación de un país debe estar enmarcada en el ejercicio de la libertad y del respeto, con derechos y deberes que coadyuven en el proceso formativo de sus ciudadanos y el estado está en el deber de garantizar todos los medios necesarios para que así ocurra. Pero, además, se trata de extender los servicios educativos a todos los espacios de una región y de consolidar una escuela que favorezca, por su organización y educación democrática, participativa, libre de pensamiento, de religión e ideología, donde el centro de interés sea el desarrollo del sujeto y donde trabajemos unidos para crecer todos.
Entre los seguidores de la formación de una escuela democrática, están J. Dewey, C. Rogers, Paulo Freire y otros que plantean un conjunto de ideas y realizaciones para crear formas escolares que preparen a los estudiantes en el ejercicio de la autonomía y la participación; la escuela en su rol debe preparar un plan de estudios que posibilite el arranque de la democracia, y a partir de ella, los alumnos puedan debatir sobre situaciones de convivencia social, redescubrir valores para encarar mejor su participación en el medio social en el que interactúan.
Sin embargo, considerando que ya no solo es importante lo que se conoce, sino que también la capacidad que poseen las personas para poder seguir aprendiendo, valdría la pena preguntarse ¿Cuál es la función social de la escuela de hoy? ¿Toma en cuenta el nuevo paradigma de pensamiento y organización social? ¿Contempla lo ético, cultural y ecológico del desarrollo humano?
En tal sentido, la escuela y la sociedad en conjunto deben pensar en un sistema educativo que plantee un currículo referencial, que permita al alumno desarrollar las habilidades básicas para entrar en el conocimiento, (en vez de recibir ese conocimiento), se deben aplicar procesos de enseñanza y aprendizaje que se adecuen a los distintos contextos con la finalidad de trabajar el conocimiento y la socialización como una práctica de organización, transformación y construcción de lo nuevo de las relaciones sociales escolares y, sobre todo, haciendo énfasis en los procesos de “aprender a aprender”, conocer cómo se conoce, aprender a estudiar, a intercambiar, a conocer nuestro verdadero modo de vida, hacia donde vamos y qué es lo que queremos como ciudadanos y de cambiar en medio del cambio, todo esto en correspondencia con la reestructuración global de la sociedad y las culturas. Es decir, un currículo por competencia a partir de la estructura operatoria del pensamiento (madurez, cognitiva y afectiva), según Piaget (1975). Partiendo de situaciones integrales que tomen en cuenta la experiencia de vida del sujeto, brindándole la posibilidad de interpretar su realidad natural y social para que la comprenda y pueda actuar con eficacia en ella.
Para finalizar, es importante señalar que todo currículo posee fundamentos históricos, filosóficos, psicológicos y sociológicos que lo sustentan y que orientan su desarrollo y el énfasis que se le dé a uno o a varios determinará el o los enfoques curriculares que se seguirán.

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