martes, 23 de noviembre de 2010

LA ORIENTACIÓN DURANTE LA TRANSPOSICIÓN DIDÁCTICA

Por: América Belinda Cisneros Escalona




Valencia, Julio 2010.




En estos tiempos donde la multiplicidad de saberes y modelos nos invaden presentándose de diversas maneras, se hace necesario partir de un punto con la idea concreta de llagar a otro, indiscutiblemente sin dejar de asumir la sinergia entre aquellos caminos que pueden convergir entre sí de alguna manera; manteniendo la dinámica presente en la sociedad actual, sin quedar en el atraso y la incomprensión.
De allí parte la idea de definir la Orientación, como un proceso consubstancial a la Educación desde el Siglo XX, mediante el cual el educando u orientando; toma conciencia de su condición humana y la asume, hace uso de sus recursos y potencialidades en la elaboración de sus planes y proyectos de vida; se integra responsable y creativamente en la relación con los demás, contribuyendo al desarrollo de la sociedad. El educando u orientando, constituye en sí, el sujeto y el objeto de su propia orientación; por ello, necesita de la más amplia cooperación de los agentes orientadores tales como: el hogar, la escuela y la comunidad circundante. Más concretamente, orientar es fundamentalmente asesorar, guiar, conducir, indicar de manera consecuente para ayudar a las personas a conocerse a sí mismo y al mundo que los rodea; es auxiliar a un individuo y permitirle clarificar la esencia de su vida, comprender que él es una unidad con significado capaz de y con derecho de usar su libertad, su dignidad personal dentro de un clima de igualdad de oportunidades; actuando en calidad de ciudadano responsable tanto de su actividad laboral como de su tiempo libre, tanto con él como con su entorno.
Es así, como la orientación es una de las disciplina fundamentales en la formación del ser humano, donde su contexto está representado por un conjunto estructurado de elementos o propiedades de una circunstancia dada, que son pertinentes para la producción, desarrollo y función de la práctica social definida; donde el elemento material es importante, así como lo es tomar en cuenta a su vez la sociedad, los conocimientos, ideas, creencias, concepciones y opiniones que las personas tienen sobre el proceso orientativo; considerando, que las características determinadas de un conglomerado social son complejas y difíciles de conducir bajo esquemas tradicionales, planteándose la necesidad de crear modelos y estrategias que puedan ayudar a resolver las necesidades que medien en el quehacer, la dinámica y armonía social; por ello, en las instituciones educativas se incorpora la orientación, disciplina científica cada día más necesaria en la formación de la sociedad en general y del orientando.
En éste orden de ideas, es oportuno señalar que en los últimos tiempos se han venido experimentando cambios concretos y estructurales en torno a la cooperación de los agentes orientadores antes mencionados, considerando que con el devenir del tiempo, el ámbito social, familiar, cultural, político, económico, educativo, por mencionar algunos de los más trascendentales, ya no son los mismos, por alguna razón. En consecuencia, no interactúan entre sí de la misma manera que en el pasado lo hacían, como evidentemente se puede comprobar en el convivir familiar, en los compromisos profesionales, académicos, dentro de la sociedad mundial y en especial en la Educación actual de la República Bolivariana de Venezuela.
Esto, sin duda, ha producido un descontrol que genera caos permanente, el cual se traduce en crisis generalizada evidenciada a diario en prensa u otros medios, por expertos de diversas áreas académicas y profesionales; haciendo más relevante la intervención del orientador y en consecuencia, la modelización del saber en la transposición didáctica, que le permita atender al orientando de la sociedad actual.
En consecuencia, valdría la pena especificar que se trata de identificar el cambio en la secuencia de saberes; ya que es en el ámbito educativo, donde el orientador refleja sustancialmente sus concepciones, donde se desenvuelve y ofrecer soluciones que si bien no conducen a cambios inmediatos, represente el inicio de una trasformación. En éste sentido, no se trata de explicar o identificar las responsabilidades del orientador y las características de la sociedad que atiende, menos de las consecuencias que para la humanidad representa el cambio de estructura que ha tenido la familia, célula fundamental de la sociedad; sino más bien de evidenciar una salida al distanciamiento epistémico que se presenta entre los diferentes saberes descritos en la Teoría de la Transposición Didáctica, planteada por Chevallard (1991), quien sostiene que parte del análisis del sistema didáctico, lo representa una relación ternaria entre los docentes, los alumnos y el saber (que se enseña); considerando en éste sentido, que el sistema de enseñanza puede envejecer, y este envejecimiento puede darse en dos sentidos: uno respecto al avance científico (envejecimiento biológico) y otro, respecto a los cambios sociales (envejecimiento moral).
Ahora bien, dentro del campo de la orientación educativa en nuestro país, si transferimos éstos conceptos, podríamos fácilmente entender que tenemos un situación o problema producto del envejecimiento biológico y moral, sin embargo como se rige por un patrón teórico la educación, el orientador asume como suyas teorías que en su periodo de formación adquirió y las aplica en la realidad, aun cuando éstas han cambiado o envejecido socialmente hablando. En el mismo orden de ideas, si el envejecimiento trae consigo experiencia y una visión distinta de atender los hechos, pareciera que ha dado una ruptura o distanciamiento, puesto que en su campo de acción el orientador comienza a vivir una realidad social, hace adaptaciones a los referentes teórico, lo cual en principio no debería ser negativo, y actúa a partir de su concepciones.
Sin embargo, en muchas oportunidades, por no decir en todas, la solución planteada no es la más acertada para atender la realidad social o en su defecto para atender a todas las instancias, niveles o elementos orientativos inmersos en el proceso; bien sea por efecto de inadecuación, improvisación o empirismo de la acción orientativa o por la ausencia de algún otro eslabón de la Transposición Didáctica.
Es decir, pareciera que se produce un distanciamiento epistémico entre el modelo teórico correspondiente que sustenta la orientación, lo cual se traduce en la diferenciación entre el saber erudito (saber del sabio), el saber enseñar (saber expuesto en los planes, programas, libros) y el saber enseñado (el saber que se pone ciertamente en práctica). En éste sentido, es propio señalar que en la modelización de los saberes se da un proceso de adaptación, que supone la delimitación de conocimientos parciales, la descontextualización y finalmente una despersonalización.
Por ello, finalizo planteando las siguientes interrogantes:¿Se puede desde la Orientador, describir la Modelización del saber durante la Transposición Didáctica y hacer una Construcción Teórica?, ¿Cuál es el Distanciamiento Epistémico que se produce entre el Saber Erudito (saber del sabio), el Saber Enseñar (saber de los planes y programas) y el Saber Enseñado (el saber que pone ciertamente en práctica) en el Comportamiento Social y la Praxis del Orientador?

Por: América Belinda Cisneros Escalona

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