El momento actual se sustenta en un mundo cambiante, donde Prigoggine, Heissenberg, Morín, Maturana, Varela, Luhmann, entre otros, con sus formas de pensar el mundo: el principio de incertidumbre, las estructuras disipativas, el pensamiento complejo, la autopoiesis, señalan un sentir diferente, un pensamiento cobijado bajo las mantas de la incertidumbre. Ello nos lleva la búsqueda desde la universidad de nuevas coordenadas epistemológicas y ontológicas en sus diseños curriculares, que fundamenten una forma distinta de pensar y hacer ciencia y una manera diferente de formar al ser humano que se le entrega mediante la conformación de redes de intercambios académicos, tecnológicos y de investigación.
En este reto, la transcomplejidad constituye un par dialógico-recursivo valioso para la deconstrucción de las parcelas disciplinarias que han cercado y puesto límites al conocimiento y donde la cotidianidad surge como generadora de una racionalidad diferente que permite la construcción de relaciones sociales a través de la práctica social.
Las razones arriba referidas, nos conducen a sugerir que el mejor escenario para vislumbrar la transdisciplinariedad son las universidades, son ellas las llamadas a replantearse, los nuevos diseños curriculares con la finalidad de egresar profesionales críticos, capaces de arribar a planteamientos complejos y con el perfil de los profesionales que demanda la sociedad.
La universidad venezolana se ha caracterizado en los últimos tiempos por una curva exponencial en cuanto a la demanda estudiantil y esto conduce necesariamente a una revisión permanente de sus planes de estudio, con la finalidad de consustanciar a sus egresados con los fenómenos del mundo desde su complejidad, donde se relacionen elementos e interacciones en procesos dinámicos y es por todo ello que buscar nuevas formas de abordar las relaciones entre las personas y de éstas con la naturaleza constituye un reto en todos los campos humanos.
Es a través del currículo, donde se generan procesos cooperativos de autorreflexión mediante los cuales se puedan develar las condiciones de la educación actual y a la vez, proponer y diseñar aquéllas necesarias para su transformación; y es por ello, que se hace necesario transitar hacia un currículo coadyuve a nuevas maneras de pensamiento, que trascienda desde la universidad hacia el mundo, hacia el universo tomando en cuenta no solo la cosmovisión sino la cosmología.
Bajo esta óptica se permitirá a las universidades visionar una nueva forma de administración curricular, más dinámica, flexible, acorde con los nuevos tiempos en el escenario educativo.
BIBLIOGRAFIA
Montalvo, R. (1999) Educación y Transdisciplinariedad. Un Desafío para el Pensamiento Complejo en América Latina. RELEA, Revista Latinoamericana de Estudioa Avanzados, Caracas: UCV/CIPOST.
Lanz, R. (2000) Universidad y Pensamiento Complejo, Educación y Sociedad, Revista de
Luhmann, N. (1998). Complejidad y modernidad. Madrid: Trotta.
Morín, E. (2008). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.
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